El Senado argentino se cubre de nubes grises: por primera vez, ninguno de sus integrantes logra una imagen positiva que supere la negativa. La reciente encuesta de CB Consultora Opinión Pública, realizada sobre 1.325 casos, revela un Parlamento fatigado de sí mismo, con representantes que cargan el peso del descrédito como un traje sin costura.
En este clima de descrédito transversal donde la votación de la ley de Ficha Limpia dejó huellas en todos los colores políticos, solo tres senadoras logran asomar la cabeza sobre la superficie de la marea negativa: Carolina Losada (UCR, Santa Fe) con un diferencial de -1,6%, María Florencia López (PJ, La Rioja) con -6,2%, y Edith Terenzi (Despierta Chubut) con -6,5%. Son las “menos mal vistas” en una cámara donde el desprestigio parece haberse vuelto mayoría automática.
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En el subsuelo del ranking, el podio invertido lo ocupa Alicia Kirchner (Santa Cruz) con -38,3%, seguida de cerca por Juan Manzur (Tucumán, -37,9%) y Oscar Parrilli (Neuquén, -37,6%). Todos peronistas. Todos con más pasado que promesa.
Terenzi, además, fue la única que casi no sufrió variaciones respecto a la medición anterior (solo -0,1%). La contracara: Sonia Rojas Decut (Misiones), cuya caída de -9,6% marca el mayor desplome en imagen entre abril y mayo. Una señal de cómo el viento de la opinión pública puede cambiar en días, pero difícilmente sople a favor.
Como telón de fondo, la encuesta también recuerda una verdad cruda y constante: gran parte de la ciudadanía ni siquiera sabe quiénes son muchos de sus senadores. Y a veces, el desconocimiento es la forma más generosa del olvido.
Los senadores cordobeses
Córdoba, con su habitual tensión entre visibilidad y desgaste, presenta un tablero mixto. Luis Juez figura sexto en el ranking nacional con un diferencial de -7,3%. Aunque su imagen negativa (40,4%) supera a la positiva (33,1%), mantiene un nivel de conocimiento alto, lo que lo convierte en uno de los senadores más presentes en el imaginario colectivo. Juez, verborrágico y combativo, parece resistir mejor el vendaval del descrédito, aunque no sale ileso.
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Sus compañeras de cámara no corren la misma suerte. Alejandra Vigo, con un diferencial de -17,8%, queda relegada al puesto 55. Su imagen positiva es de apenas 5,1% y su desconocimiento alcanza un 72%, un número que desnuda el apagado impacto nacional de su figura. Carmen Álvarez Rivero, en el puesto 39, marca un diferencial de -14,5%, con apenas un 3,3% de imagen positiva y un desconocimiento aún mayor: 78,9%. Dos nombres que flotan, casi invisibles, en el Senado más opaco que se recuerde.
