Tradicionalmente en la Argentina los niños son privilegiados, aunque sea más una declaración que una realidad. Sin embargo, la pediatría es una especialidad muy jerarquizada y tenemos antecedentes de grandes pediatras de los cuales la sociedad argentina está orgullosa. Además, contamos con una sociedad científica como la Sociedad Argentina de Pediatría, que es modelo. Por eso ahora que el Hospital Garrahan está en conflicto no es algo indiferente para nuestra sociedad. El Garrahan es un hospital muy querido, reconocido por su calidad científica sumada a la calidad humana que en estos años de su existencia logró reconocimiento nacional, regional e incluso mundial. Esto no es casual, es el resultado de una escuela de pediatría muy importante que pudo sumarse a este hospital con una muy adecuada planta física y que permitió crear un ámbito de trabajo muy eficaz para curar y conseguir que enfermedades complejas, graves e incluso poco conocidas algunas se puedan diagnosticar y tratar con muy buenos resultados. Por todo esto quienes han pasado como pacientes, familiares y/o amigos de pacientes quieren y respetan al Garrahan. También quienes cumplieron tareas lo valoran y tienen lazos muy profundos que persisten, aunque ya no trabajen allí. Para quienes solo lo conocemos por sus resultados y logros es un hospital modelo del cual estamos orgullosos. ¿Qué pasó ahora? Los médicos residentes, ese grupo de jóvenes que está formándose y preparándose para ser los futuros pediatras jerarquizados que seguirán la tradición de la pediatría nacional, se vieron obligados a reclamar por un salario que les permita seguir y no abandonar por falta de un mínimo nivel de vida. Sabemos que ya varios se fueron no solo del hospital, también del país.
Pero los residentes no son los únicos que están reclamando en el Garrahan. El hospital tiene un retraso financiero que mantiene salarios muy bajos para profesionales, técnicos, auxiliares y todo el personal. Esto es algo que afecta el funcionamiento del hospital y que preocupa, porque es un modelo de excelencia que queremos persista. Sabemos que el gobierno Milei usa la motosierra para achicar el Estado basándose en que esta hipertrofiado, algo que en algunos casos es cierto, pero no siempre. Generalizar lleva a errores, muchos que afectarán la vida actual y futura, porque hay personas y procesos que son el resultado de muchos años de trabajo, de errores y aciertos que no se improvisan. Ese prejuicio del Gobierno es lo que estamos observando frente al Garrahan. Se dice que hay exceso de personal istrativo en relación con el personal médico, y se compara esa relación con la de otros hospitales observando en el Garrahan los istrativos son muchos más. El problema es que el Garrahan no es un hospital común, tiene un equipamiento y realiza prácticas muy complejas que utilizan mucha tecnología, por eso tiene mucho personal técnico y auxiliar vinculado a la salud, y también otros profesionales no médicos ni vinculados directamente a la salud necesarios para manejar el equipamiento y las tecnologías muy avanzadas. A estos otros profesionales, técnicos y auxiliares no se los puede calificar como istrativos, son auxiliares imprescindibles. Por eso en este caso se requiere entender el funcionamiento de este hospital y en base a eso analizar el número y tipo de personal. Eso es algo que el ministro de Salud y su equipo deben entender y no insistir en aplicar motosierra ni ningún otro instrumento cortante que elimine partes que afectan y mutilan la excelencia del Garrahan.
A su vez, los médicos residentes deben recibir un salario que les permita sobrevivir y dedicarse a formarse sin sobresaltos, ni tener que abandonar el hospital ni el país. Su salario debe ser ajustado en forma independiente a los salarios del personal del hospital, y además no con bonos ni pagos extraordinarios por fuera del salario. Es una demanda justa y que en un gobierno que aumenta en más de un 200% áreas como el Ministerio de Seguridad o la Secretaría de Comunicación de la Presidencia o el Servicio de Inteligencia como la SIDE. Porque no es cierto que “no hay plata”, hay para lo que el Gobierno valora. Por eso ahora debe valorar a los médicos residentes del Garrahan e incluso de algunos de los pocos hospitales nacionales que aún quedan en el país. Esto es algo que la sociedad espera y necesita. Insistir con destruir sin evaluar la realidad, solo basándose en prejuicios es erróneo y tiene un alto costo. En este caso en la salud y vida de niñas, niños y adolescentes. Esto afectará el futuro del país tanto o más que la economía.