A comienzos del siglo XX, la nostalgia era considerada una enfermedad. Hoy es, como casi todo, materia para el consumo. En Porsiemprismo, Grafton Tunner toma la herramienta de marketing con la que titula su ensayo y la usa como una maniobra crítica que resulta bastante útil para pensar el presente. El subtítulo del texto es “Cuando nada termina nunca”. Como soundtrack ideal de esa reflexión metódica que arroja algunas luces sobre cómo nos relacionamos con nuestro pasado, Conociendo Rusia, la banda liderada por Mateo Sujatovich, y Nathy Peluso lanzaron “Perfecto final”, cuyo video salió este jueves pasado.
Conociendo Rusia y Nathy Peluso vienen creciendo por carriles diferentes, pero complementarios, hace varios años. Dos argentinos que consiguieron un éxito por encima de la media, logrando que la popularidad se encastre con la calidad musical, demostrando que una cosa no tiene por qué quitar la otra. El denominador común en la cuestión sería que ambos son músicos. A saber: tienen una relación con la música intensa. Mezcla de virtuosos y eruditos de la composición, esa faceta se camufla un poco detrás de un instinto artístico que también está y forma parte de sus obras. Por eso el maridaje se vuelve tan atractivo: dos que saben lo que hacen, pero que eligen instrumentarlo en favor del sentir popular.
La colaboración aborda una situación desgarradora para cualquier oyente romántico. Oyentes que, es bien sabido, son los que más disfrutan estas “canciones tristes para sentirse mejor”, por parafrasear a Gustavo Cerati. Pero en el plano musical, la canción no propone una melancolía paralizante, sino más bien la pícara propuesta de disfrutar un día más de un vínculo que se marchita. Atrapantes, los acordes mayores que armonizan el final del verso “justo antes de partir” dejan abierta la emoción de aquello que sigue al final perfecto.
Qué es lo que sucederá en ese último rato es algo que con misterio erótico el dúo resguarda. La tristeza, expresada sobriamente, acepta un posible entusiasmo y viceversa, porque no hay tranquilidad posible luego de algo tan hermoso que se compartió.
Así, con la producción de Nico Cotton, la canción plantea, a través de una gramática musical ingeniosa y una letra simple, pero acertada, el dilema ético tan vigente de los duelos que se procesan con parsimonia y alivio. Un perfecto final, muchas veces, es lo que muchos vínculos eligen evitar, por terror a atravesar procesos que obligan al cambio y el crecimiento. Síntoma de época o regresión colectiva a pasados mejores que muchas veces reconfortan más de lo que ayudan, hay algo con los cierres que puede constatarse tanto en las evasiones personales como en las tramas de las series que nos gustan. Cuando las cosas que deben terminar no terminan, es preciso preguntarse por qué. Y de la misma manera, si algo debe terminar, es válido plantear la posibilidad de un final que, si no va a ser perfecto, al menos que no sea una pesadilla.