El día internacional del juego es una celebración global dedicada a promover la importancia del juego en la vida de las niñas y los niños: es una actividad esencial en la infancia y uno de los motores principales del desarrollo integral de chicos y chicas, una herramienta clave para que crezcan sanos física y emocionalmente.
Jugar es la primera forma de aprender, explorar, entender e incorporar el mundo que les rodea. A medida que crecen y se desarrollan, el juego les permite experimentar distintas situaciones, expresar emociones, desarrollar empatía y practicar habilidades, aprendiendo a cooperar y comprender a otros, a la vez que van moldeando su propia personalidad.
Además, fomenta la creatividad, la resiliencia y las habilidades sociales, sentando las bases para el aprendizaje y el bienestar a lo largo de la vida.
Es importante que los papás, las mamás y cuidadores se ocupen de generar condiciones físicas seguras y estimulantes en las casas, promoviendo oportunidades para que las chicas y los chicos jueguen, exploren y descubran la presencia de objetos, juguetes y libros apropiados para su desarrollo.
Además, la participación de las familias o cuidadores en la estimulación temprana y el juego es esencial para construir una base sólida para su futuro.Sin embargo, según UNICEF, aproximadamente cuatro de cada 10 niñas y niños entre dos y cuatro años no participan en suficientes actividades estimulantes y juegos en sus hogares y alrededor de uno de cada siete no tiene juguetes o elementos para jugar en sus casas.
A qué juegan las infancias argentinas
Esta fecha es relevante para recordar la importancia de que el mundo adulto se comprometa e involucre para generar los espacios y las condiciones que permitan garantizar las oportunidades de juego para las chicas y los chicos. El derecho al juego, al esparcimiento y a las actividades recreativas está garantizado en la Convención Internacional de los Derechos del Niño (art. 31).
Es importante que los países consideren la posibilidad de asegurar recursos y promover infraestructura y políticas públicas que faciliten el a este derecho. Las ciudades pueden incorporar esta perspectiva, fomentando la existencia de parques y plazas con juegos y senderos accesibles, bien iluminados y limpios, así como libres de barreras para todos los niños, niñas y sus familias. Los espacios públicos también pueden adaptarse temporalmente para convertirse en lugares que promuevan el juego. Muchas ciudades y pueblos de nuestro país ya habilitan parcialmente sus calles durante los fines de semana para convertirlas en senderos peatonales, pistas de bicicletas y monopatines, entre otras iniciativas que se impulsan como políticas públicas para promover el juego y la vida saludable.
En un mundo cada vez más atravesado por las pantallas y los entornos digitales, es fundamental darle prioridad al tiempo para el juego libre y espontáneo: es un componente crítico del desarrollo infantil y es clave para criar niñas y niños saludables. Las interacciones lúdicas, además, contribuyen al bienestar y la salud mental positiva de las familias y cuidadores por lo que es importante que dispongan habilidades y recursos para fomentar el juego en conjunto.
Resulta clave que las personas adultas apelen a la creatividad y proactividad, que brinden oportunidades para que ellas y ellos puedan explorar el mundo sin un objetivo prefijado, que puedan ensuciarse, inventar, superar frustraciones y comunicarse a través del juego. Involucrarse activamente junto a chicos y chicas en el disfrute del tiempo libre es una valiosa oportunidad para darles la capacidad de enseñarnos a recuperar esa habilidad básica de todas las personas.
El compromiso con el juego es invertir en el presente y el futuro de las chicas y los chicos. Si el mundo adulto lo promueve activamente, habrá muchas más oportunidades para que los niños y niñas se desarrollen plenamente.