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AL INTERIOR PROFUNDO

Solidaridad donde nadie llega: una fundación cordobesa combate la desnutrición y los abusos en comunidades wichí

En el norte profundo del país, un grupo de médicos y voluntarios viaja miles de kilómetros cada mes para brindar atención en lugares olvidados. Se enfrentan a realidades brutales: pobreza extrema, abusos normalizados, suicidios adolescentes y enfermedades que no deberían existir. Esta es la historia de quienes decidieron no mirar para otro lado.

Todos por Todos - Córdoba
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En 2013, una médica argentina viajó a Río de Janeiro y participó de un encuentro con el papa Francisco. Escuchó, entre miles de personas, un mensaje que la marcó e inspiró: cuidar a la infancia y a los ancianos. "Volví con esa inquietud a Argentina y lo charlé en familia", recuerda Viviana Yzaguirre. Lo que parecía una inquietud pasajera se transformó en una decisión concreta. Viajó por primera vez a Taco Pozo, un paraje chaqueño, y allí, frente a una realidad que no conocía, entendió que iba a volver, pero de otra forma. "Vi esa realidad… mi marido me dijo 'bueno, ya está', y yo le dije que no, que iba a volver y muy diferente, de otra forma".

Así nació Todo por Todos, una Asociación Civil que organiza operativos médicos en algunas de las zonas más postergadas del norte argentino. La iniciativa empezó con una mochila y un par de colegas, hoy se convirtió en un hospital de campaña móvil con especialidades médicas, voluntarios de todo el país y un esquema de trabajo que cubre necesidades básicas allí donde el Estado no llega.

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De una vocación personal a un equipo nacional

Al principio fue una idea solitaria, impulsada por el impacto de un encuentro y sostenida por una vocación inquebrantable. Pero con el tiempo, esa semilla creció. Viviana empezó a buscar colegas: uno a uno, fue sumando profesionales que compartieran no solo la especialidad, sino también el compromiso. "Fui buscando fonoaudiólogos, kinesiólogos, farmacéuticos, así fui creciendo…", contó.

En 2019, la historia tomó otro rumbo. Su hijo mayor, estudiante de medicina, se involucró y convocó a sus compañeros. Aquella decisión abrió una nueva etapa: la participación universitaria. Desde entonces, los operativos se nutrieron de nuevas generaciones, con ganas de aprender y de ayudar.

Hoy, Todo por Todos articula con universidades como la UNC, UCC, UBA, Rosario y La Plata, y recibe voluntarios no solo del país, sino también de Uruguay y de Europa. La convocatoria crece en cada operativo. "En promedio tenemos casi 50 personas por viaje. Para Semana Santa se inscribieron 70", explica Viviana.

ASICACIÓN CIVIL

Lo que antes era una salida médica, hoy es un hospital de campaña. Se arman fichas, se organizan turnos, se distribuyen pacientes por especialidad. Si hay electricidad, también se suman rayos X y con un cardiógrafo.

Más de 30.000 kilómetros recorridos

Desde 2024, la rutina se volvió una constante: un operativo al mes. Para lo que queda de este 2025, el calendario está cerrado y cada viaje planificado. La mayoría se concentran en fines de semana largos, para que los voluntarios puedan combinarlo con sus trabajos habituales. "Nadie vive de la fundación, no tenemos sueldo", aclara.

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Pero la logística es un desafío enorme. Más de mil kilómetros por trayecto, muchas veces en caminos imposibles para un auto común. "Tenemos que ir en camionetas… son caminos intransitables", comenta. Renault y Stellantis vienen colaborando hace años con vehículos que pueden soportar esas rutas. Desde Córdoba, llevan todo: agua potable, alimentos, insumos médicos, hasta el mobiliario necesario.

ASOCIACIÓN CIVIL

El costo es otro obstáculo, y no menor. El operativo más reciente demandó 9 millones de pesos para apenas 40 personas. "Lo más caro es el combustible, justamente por las distancias, a Wichí tenemos 1.100 km de ida nomás". Este viernes, el equipo partirá hacia las comunidades Wichí en Salta, una nueva misión en un recorrido que suma ya más de 30.000 kilómetros.

Sin ayuda estatal, con redes de solidaridad

Todo lo que hace Todo por Todos se sostiene con donaciones privadas, aportes personales y el respaldo de algunas empresas comprometidas. "Del Estado nada… todo de nuestro bolsillo", recalca Viviana con firmeza. En 2022, la referente recibió el premio "Abanderados", un reconocimiento que no solo trajo visibilidad, sino que también sumó nuevos voluntarios al equipo.

Además, organizan eventos para recaudar fondos. Hace unos meses, una cena reunió a múltiples personalidades de Córdoba con un objetivo claro: comprar material quirúrgico para los odontólogos y un ecógrafo que será clave en los próximos operativos.

Una realidad que golpea

Desde aquel primer viaje a Taco Pozo, la fundación fue abriendo camino en lugares donde la pobreza extrema no es una excepción, sino la norma. "Ver que la gente no tiene nada. Sin agua, sin baños, sin luz. Las cloacas no existen ni en su cabeza", recuerda. El a servicios básicos es prácticamente nulo, y la educación se corta demasiado pronto. "Cuando hablás con los papás, te dicen que los niños llegan a hacer la primaria solamente".

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En las comunidades wichí, la realidad es aún más cruda. La discriminación histórica y las barreras culturales profundizan las dificultades. "El criollo ha bastardeado al wichí, al aborigen, le ha tratado de imponer nuestras costumbres a ellos", explica. En ese contexto, abordar temas sanitarios implica también romper con estructuras arraigadas. Las enfermedades que enfrentan son las que ya no deberían ser un problema: desnutrición infantil, tuberculosis, chagas y afecciones estacionales. En esas zonas, siguen siendo parte del día a día.

ASOCIACIÓN CIVIL

Historias que marcan

Cada viaje deja huellas. Algunas se anotan en fichas médicas; otras, quedan grabadas en la memoria de quienes las vivieron. Para la fundadora de Todo por Todos, esas historias personales le ponen nombre y rostro a lo que, en los informes, suele resumirse como "desnutrición", "abuso" o "abandono". "Siempre hay algo que impacta. Detrás de esa desnutrición hay una historia", asegura.

Uno de esos nombres es Fede. Llegaron a él cuando apenas pesaba 900 gramos. Era un bebé con Síndrome de Down y desnutrición severa. Vivía en una situación crítica, en una de las comunidades que visitan habitualmente. La médica recuerda que lograr su internación en Salta fue una odisea: llamadas, traslados, resistencia burocrática. Pero lo consiguieron. "Fede hoy tiene 5 años y va todos los días al jardín. Cada vez que vamos allá lo voy a visitar", cuenta. El seguimiento no terminó con el operativo: el vínculo continúa en el tiempo, como en muchos otros casos.

SOCIEDAD CIVIL

El dolor en muchos casos es inmenso. En algunos operativos enfrentaron lo que ni los informes ni los diagnósticos pueden cuantificar. "En el último viaje que hicimos este año nos pasó que nos robaron, fue la primera vez. También hubo un accidente y a la madrugada nos llamaron que había un intento de suicidio". El equipo intervino rápidamente. Lograron salvar al joven, pero el impacto emocional fue fuerte.

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La situación se repite, sobre todo en zonas alejadas, donde no hay contención ni a servicios básicos de salud mental. "Nos sorprendió los casos de suicidios, también vemos muchos abusos", relata. La gravedad de lo que se encuentran en algunas comunidades desafía incluso la capacidad de respuesta del equipo. "El padre lleva a la hija más grande para que tenga su primera relación con el cacique. Defienden a las chicas de su propio padre… para ellos es normal", describe con crudeza. La médica explica que en muchas oportunidades se enfrentaron a prácticas ancestrales que colisionan directamente con el marco legal y ético vigente. "Nos cuesta hasta hacer esas denuncias. Ni los policías se ocupan".

ASOCIACIÓN CIVIL

En esos lugares donde "tocás fondo junto con la gente", como ella lo define, no hay margen para la indiferencia. Las historias no son números: son nombres, son niños que no hablan por desnutrición, son mujeres que normalizan la violencia, son jóvenes que no proyectan un futuro. "Es una muerte lenta, pero al final, es lo mismo que en el África", dijo en una ocasión. La comparación, lejos de ser retórica, busca visibilizar la magnitud de la vulnerabilidad que enfrentan.

Un compromiso que no se negocia

Hay quienes podrían parar. Después de tanto andar, con tanto por cargar y tanto por procesar, sería comprensible. Pero Viviana no lo hizo. Ni una sola vez pensó en abandonar. "¿Pensaste en dejar todo? Jamás", responde sin titubeos. No lo dice con grandilocuencia, sino con la naturalidad de quien eligió un camino sin retorno. "Esto no lo hago para mí, entonces ¿por qué fallar?".

Cada operativo renueva ese propósito. En un país donde muchos jóvenes miran hacia afuera en busca de futuro, ella mira hacia adentro. Hacia los parajes donde no hay agua ni luz. Hacia las rutas intransitables que ya recorrió más de 30.000 kilómetros. "Está de moda irse del país o hacer voluntariados en el mundo, menos acá. Si no trabajamos nosotros acá, entonces nadie lo va a hacer", reflexiona.

Todo por Todos no se detiene. Este viernes volverán a cargar camionetas, camillas y gazebos. Seguirán sumando kilómetros, ampliando la red de atención y formando a futuros profesionales con valores que no se enseñan en el aula. Lo hacen con la humildad de quien sabe que no alcanza, pero lo intenta igual. "Intentamos aportar nuestro granito de arena, pero no es suficiente para hacer una playa".