Mientras el Gobierno insiste en su cruzada antiinflacionaria, Nicolás Alfonso ensayó una lectura distinta sobre las nuevas medidas económicas. Según el economista, los anuncios recientes no buscan acumular reservas ni estabilizar el tipo de cambio, sino algo más estructural: impulsar una dolarización de hecho, donde el dólar se convierta en moneda de uso cotidiano sin necesidad de una ley.
El titular de la firma Focus Invesment Management interpretó que el foco ya no está puesto en el valor del dólar, sino en restringir el stock de pesos en circulación. “Están mirando el M2, no el tipo de cambio”, explicó, y sostuvo que si se mantiene acotada la masa monetaria, y a la vez crece el uso del dólar en operaciones diarias, los precios tenderán a seguir el ritmo inflacionario de la divisa estadounidense. Automáticamente te pegás a la inflación del país cuya moneda usás para transaccionar, razonó en diálogo con Punto y Aparte, Punto a Punto Radio (90.7).
Para Alfonso, la estrategia es clara: permitir que quienes tienen dólares los usen directamente para pagar bienes, servicios o tarjetas, sin que esas divisas pasen por el Banco Central. Eso, dijo, genera una dolarización endógena que podría contener la inflación, pero también abre otras tensiones.
Una dolarización sin decreto, pero con efectos reales
Alfonso advirtió que el reacomodamiento puede generar distorsiones en muchos sectores. “Va a haber ruido, va a haber dolor”, anticipó. Mencionó, por ejemplo, la situación de quienes compraron insumos caros antes de una baja de precios: “¿Cómo defendés un producto que hoy vale menos que lo que pagaste por sus materiales?”, señaló. Y también marcó una asimetría entre quienes operaron en blanco durante los últimos años y quienes podrían ahora regularizar activos sin penalización. “El que hizo las cosas bien puede terminar perjudicado”, observó.
El reacomodamiento trae costos y desigualdades
Otro eje de los anuncios tiene que ver con el sistema tributario. El ministro Caputo planteó avanzar hacia un esquema más simple, con declaración impositiva anual y menos controles cruzados. Alfonso reconoció que ese modelo, inspirado en el sistema fiscal norteamericano, podría aliviar tanto a los contribuyentes como al propio Estado. “Allá todo se ve por los movimientos bancarios, no te piden justificar cada gasto”, comentó, y añadió que el proceso podría implicar una fuerte descongestión istrativa, aunque también dejaría sin tareas a muchos profesionales.
La reforma fiscal que propone Caputo
En ese marco, los bancos también enfrentan desafíos. Si el sistema se flexibiliza y aumentan las operaciones en blanco, podrían beneficiarse. Pero según Alfonso, antes deberán revisar sus normas internas. “Van a tener que cubrirse”, señaló, y recordó que el personal de cumplimiento normativo hoy tiene responsabilidad penal si no reporta operaciones sospechosas. “No quieren quedar pegados”, dijo. Aun así, consideró que una parte importante del dinero informal podría volver al sistema si hay garantías y reglas claras.
Bancos, compliance y el dilema del dinero informal
Pero para que el modelo funcione, Alfonso insistió en que hay un requisito clave: la confianza. “Esto se sostiene en un contrato: el individuo tiene que confiar en el Estado, y el Estado en el individuo”, expresó. Y agregó que, si no hay previsibilidad, “es difícil que alguien quiera blanquear su dinero o formalizar operaciones”. Como ejemplo de esa falta de garantías, recordó el impuesto extraordinario aplicado en 2020, después del blanqueo impulsado por el macrismo. “Te dicen que no va a pasar nada... y después te llaman para hablar del 2025”, ironizó.
