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MODO FONTEVECCHIA
El editorial de Jorge Fontevecchia

Día 518: Señor Presidente, su llamado al odio es un delito

Los permanentes ataques de Javier Milei contra los periodistas buscan romper un status quo de la política nacional en el que la violencia física no era la norma. Estamos a tiempo de frenar estas actitudes que, más temprano que tarde, multiplicarán la violencia.

Javier Milei - Encuesta
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Julius Streicher fue uno de los nazis más importantes a la hora de llevar adelante el holocausto. Su participación fue decisiva y así lo juzgaron en los juicios de Nuremberg. Sin embargo, Streicher no mató a nadie con sus propias manos, ni tampoco ordenó matar a nadie directamente. No fue él quien organizó el horror de Auschwitz o de otros campos de concentración y tampoco fue quien ideó la llamada “solución final”.

Su delito contra la humanidad fue instrumentado a través de una herramienta que parece mucho más inocente: la palabra. Streicher era el editor de un periódico antisemita llamado Der Stürmer, es decir, en español "El Atacante".

Der Stürmer no fue simplemente un periódico nazi: fue un instrumento sistemático de pedagogía del odio, diseñado para intoxicar al pueblo alemán con una obsesión paranoica y brutal contra los judíos.

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Fue fundado diez años antes de la llegada del nazismo, en 1923, por Julius Streicher y combinaba titulares sensacionalistas, caricaturas grotescas y relatos sexuales o criminales inventados, todo con el objetivo de presentar al judío como enemigo absoluto, demoníaco, violador, corruptor, asesino de niños.

A diferencia de otros órganos de propaganda nazi, Der Stürmer no apuntaba a los cuadros dirigentes, sino al pueblo llano: se colgaba en vitrinas públicas, lo vendían chicos en la calle, lo leían campesinos, amas de casa y obreros. Era propaganda vulgar, pero eficaz. Hitler lo apoyaba personalmente y lo consideraba esencial para educar al “Volksgemeinschaft”, la comunidad del pueblo.

La potencia letal del medio fue tal que en los Juicios de Nuremberg se utilizó como prueba de incitación al genocidio. Streicher, su editor, fue condenado a muerte no por participar en el exterminio directamente, sino por haber ayudado a hacerlo posible con palabras a que esto se produjere.

Su condena inauguró una idea fundamental del derecho contemporáneo: que el odio sistemático, cuando es legitimado, repetido y distribuido masivamente, no es mera opinión, sino un crimen. Der Stürmer demostró que la barbarie moderna no necesita solo balas ni gases, sino también tinta, papel y una audiencia dispuesta a creer que el otro es una amenaza existencial.

Desde los Juicios de Nuremberg, primero en Alemania y luego en otros países, la incitación al odio es penada por la ley. En nuestro país, este delito se encuentra dentro de la Ley Antidiscriminatoria de 1988.

Nuestro presidente, Javier Milei, incita al odio directamente, de manera literal, cuando dice que “no se odia suficiente a los periodistas”.

Por ejemplo, en un posteo del 5 de mayo acusó al periodista de mentiroso y repitió esta incitación al odio.

Twitter Milei

En breve, vamos a entrevistar en este programa a uno de los tres periodistas a los que el presidente les hizo juicio, en este caso Ari Lijalad, quien fue denunciado penalmente por el Presidente. Esto fue luego de que Lijalad comparara un video hecho por el Gobierno en el que retrataba a los dirigentes del kirchnerismo como zombies que habían sido infectado por un virus, con el discurso nazi.

Según Milei, eso es un delito y una vulgarización del holocausto. Sin embargo, Lijalad en diferentes ocasiones responde muy agudamente y explica que él hizo una comparación con la noción nazi en la que se deshumaniza al adversario, se lo coloca como enemigo y se llama a odiarlo.

Vamos a repasar algunos fragmentos del periódico antisemita que originó la noción del delito de incitación al odio y vamos a compararlo con el tuit del presidente. Recordemos que lo que leímos recién enumeraba a los integrantes de la casta y luego decía que no se odia lo suficiente a los periodistas. De todos los elementos de la casta, los periodistas eran los peores.

“El enemigo del pueblo alemán tiene muchas caras: es el judío usurero, el marxista traidor, el bolchevique asesino, el capitalista especulador, el pacifista cobarde, el católico internacionalista y el liberal degenerado”. (Der Stürmer, ca. 1934). Un año después de que Hitler hubiese asumido.

“El pueblo alemán aún no odia lo suficiente. Aún no comprende que el judío es su asesino. Solo cuando el odio sea absoluto, total, implacable, estaremos a salvo.” (Der Stürmer, ca. 1935).

A quienes comparamos el discurso nazi y el discurso libertario, se nos puede decir que son dos fenómenos totalmente distintos. Esto es verdad, lo son, pero tienen comparaciones que ayudan a tratar de entender de manera profunda el presente.

Es decir, la comparación ayuda a comprender este fenómeno nuevo que son los libertarios como parte del auge de la extrema derecha mundial. Para esto, hay que entender la diferencia entre similitud y analogía.

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En Surfaces and Essences, Hofstadter y Sander proponen que la analogía es el núcleo del pensamiento humano, más que la lógica formal o la deducción. Para ellos, pensar es hacer analogías constantemente: ver una situación nueva a través del lente de otra conocida.

A diferencia de la similitud, que se limita a coincidencias superficiales (como el color o la forma entre dos objetos), la analogía implica establecer relaciones profundas y funcionales. No es decir “esto se parece a aquello”, sino “esto funciona como aquello”. Por ejemplo, decir que una célula es como una fábrica no señala una semejanza visual, sino una estructura organizativa similar.

La similitud, en cambio, es estática y perceptiva: un limón y una pelota de tenis pueden ser similares porque son redondos y amarillos, pero no nos dicen nada nuevo al compararlos. La analogía, en cambio, es una herramienta cognitiva activa: sirve para explicar, entender o descubrir.

Según los autores, toda comprensión —desde el lenguaje cotidiano hasta las ideas científicas— se basa en ese acto creativo de analogizar. Es el “fuego” que alimenta el pensamiento, mientras que la similitud apenas roza la superficie.

Analicemos ahora qué analogía hace Siegmund Ginzberg, autor de Síndrome 1933 entre el discurso nazi y el discurso de nuestro Presidente.

“He leído en los periódicos el discurso de su presidente Milei en Davos. Y de hecho el lenguaje es de una violencia sin precedentes”, dijo en una entrevista que le hice en febrero.

Y agregó: “Lo que me gustaría señalar aquí es la analogía, la similitud del lenguaje. Virus: ese era el lenguaje que utilizaban los nazis con los judíos y con la oposición. Era una enfermedad, un cáncer, una bacteria, una epidemia. Y para mí tiene sentido que se utilicen esas palabras.”

“Claramente la forma, el lenguaje con el que los nazis en los años 20 y 30 hablaban de los judíos era degeneración moral, vendían degeneración sexual. La falta de moralidad, la homosexualidad. De hecho los homosexuales fueron exterminados como los judíos y los gitanos”, señaló el autor.

Vale decir en defensa, tanto de Pagni como de Lijalad, que este libro Síndrome 1933 lo venía recomendando el papa Francisco desde hace cuatro años.

¿Qué significa “odiar lo suficiente”? Si ya se insulta periodistas, se le quita el dinero a los medios críticos de la publicidad oficial y se le otorga discrecionalmente a medios que son favorecidos con publicidad de YPF y Aerolíneas Argentinas, del Banco Nación.

Si ya los acusa sin pruebas de ser “ensobrados” o de trabajar para “mantener el curro”. ¿Qué más se puede hacer para “odiar lo suficiente”? Bueno, lo primero que aparece como posibilidad es la agresión física. Pasar de las palabras a los hechos físicos.

Además de la agresión al periodista Roberto Navarro, en la que dos hombres lo insultaron y uno de ellos lo golpeó tan fuerte que terminó internado, ayer hubo un hecho violento.

Uno de los integrantes del stream Carajo, Marino Pérez, golpeó a una persona en la calle. Según su propio relato, él streamer caminaba por la calle y este hombre fue a increparlo. Algo que obviamente está mal y hay que condenar, esto terminó en una situación muy violenta.

El propio streamer dio detalles del incidente al aire. “Vino un kuka hoy, yo iba caminando, me lo cruzo en la calle y viene así con el teléfono”, contó el streamer mientras mostraba un celular.

Y siguió: “Nos ponemos a discutir, tenemos un intercambio, y el chabón termina de filmar, se saca la mochila y dice, ‘ahora sí te cago a trompadas’. Y me vino a encarar, le erró a la piña, le pego una, porque me estoy defendiendo, por supuesto, después le pego otra, se está por caer al piso, me agarra, caemos al piso, y yo termino pegándole en el piso”, contó jactándose de la escena.

Más allá de que no sabemos cómo fueron los hechos, y que es condenable que cualquiera increpe a cualquiera, lo concreto es que se estaban riendo y felicitando a este streamer por pegarle a otra persona en el piso.

Hace un tiempo, los youtubers y streamers libertarios empezaron a asistir a marchas y concentraciones opositoras, en las que se dedicaban a provocar y cuando eran sacados por los asistentes, denunciaban actitudes violentas.

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Más allá de que no estamos de acuerdo con ninguna actitud violenta, se puede observar como los libertarios buscan, en algunos casos, naturalizar un estado de las cosas en la que la violencia física entre adversarios políticos empieza a hacerse cada vez más común.

Es cómo si a la prédica permanente de odio por parte del Presidente, sus funcionarios y estos streamers, se le sumara este intento por romper un status quo de la política nacional, quizás el más importante logrado con el regreso de la democracia en 1983, en el que la violencia física no era la norma.

La democracia es, casualmente, aquello que colocaba como meta fundamental que nunca más íbamos a resolver nuestras diferencias con violencia. Nuestras diferencias se dirimen en las urnas, en los votos de los diputados, en los fallos de la justicia.

En el cierre de campaña de La Libertad Avanza en la Ciudad de Buenos Aires, el presidente volvió a arremeter contra los periodistas. “Recuerdo el día que teníamos que jurar y recuerdo que un periodista absolutamente violento me dijo en aquel momento qué era lo que podíamos hacer solamente dos diputados dentro de 257”, dijo mientras el público coreaba “hijos de puta”.

Esto ya lo vimos en aquel otro mitin de LLA en Parque Lezama. Como ven la incitación a los insultos a periodistas son una constante de los actos de Milei. Pero es interesante, este pequeño fragmento en la edificación del relato libertario.

Ellos son pocos, minoritarios que deben enfrentar un poder mayor y solo están acompañados de “las fuerzas del cielo”. En ese sentido, en general nos ponen a los periodistas del lado del enemigo porque estaríamos del lado del poder, de la casta, porque somos según él, “defensores del monopolio del micrófono”, “prostitutas de los políticos”, dijo textualmente.

La realidad es que el Presidente, es el que tiene mucho más poder que cualquier medio y su mensaje de odio contra nosotros llega a millones de personas todos los días. El es el que tiene el poder. ¿Cuántas de esas personas luego de escuchar tantas veces al Presidente, van a decidir pasar a la acción? ¿Una, dos, tres, cien, mil o más?

Por todo eso, para intentar frenar estas declaraciones de odio, desde Perfil presentamos este lunes una denuncia contra el Presidente, Javier Milei, por incitación al odio. Nos parece inisible vivir en una sociedad en la que, que después de todo lo que sucedió en la historia del siglo XX, se siga promoviendo la incitación al odio desde el poder del Estado.

Por otro lado, y esto va para el señor Presidente, independientemente de la cuestión legal, usted se manifestó como un hombre de fe y mostró que se está acercando a una religión maravillosa como lo es la fe judía.

Sus enseñanzas condenan totalmente el odio, se oponen por el vértice a la promoción del odio. Hay cientos de citas, tal vez miles, en las que las escrituras judías se manifiestan en este sentido. Solo por mencionar dos: "No odiarás a tu hermano en tu corazón; ciertamente reprenderás a tu prójimo, y no cargarás con pecado por causa de él." Levítico 19:17.

"Si encuentras el buey de tu enemigo o su asno extraviado, devuélveselo. Si ves el asno del que te odia caído bajo su carga, no pases de largo; ayúdalo a levantarlo." Éxodo 23:4-5.

Además, usted fue a ver al Rebe de Lubavitch, aquel líder jasídico tan importante en el siglo XX. El mismo Rebe dijo: “El odio gratuito es como una enfermedad del alma. Oscurece la percepción, debilita la conexión con lo divino y destruye la unidad que el pueblo judío necesita para redimirse.” Esto es de una carta de su puño y letra fechada en 1957.

Odiar e incitar al odio, señor Presidente no nos va a traer nada bueno. Todavía está a tiempo de frenar estas actitudes que, más temprano que tarde, multiplicarán la violencia. Espero que pueda entenderlo por razones políticas y si no es así, ojalá nuestra denuncia judicial ayude. Y si no es así, apelo inclusive a su condición de creyente y a su fe.

Nos despedimos con hermosa canción en yidis, que se tomó como himno del levantamiento del Gueto de Varsovia, una de las gestas más heroicas del pueblo judío contra el nazismo, que empezó primero por incitar el odio y luego terminó en uno de los horrores más imponentes de la historia de la humanidad.

MC/ff