Representantes de Estados Unidos y China anunciaron este martes 10 de junio que lograron superar sus diferencias comerciales tras dos días de conversaciones en la ciudad de Londres. “Ambas partes han llegado a un acuerdo de principio sobre un marco general y presentarán este marco general a sus respectivos líderes”, declaró Li Chenggang, el representante comercial chino, a los periodistas, y remarcó: “Nuestra comunicación ha sido muy profesional, racional, profunda y franca”.
Por su parte, Howard Lutnick, secretario estadounidense de Comercio, afirmó que este acuerdo logrará resolver la preocupación de su gobierno por las compras de “tierras raras” chinas, un elemento que consideran extremadamente restringido por Pekín y es fundamental para los automóviles, los semiconductores y la industria aeroespacial.
El acuerdo tendrá que ser aprobado por los mandatarios de los dos países, según los negociadores de Londres. “Una vez que los presidentes lo aprueben, procederemos a su implementación”, explicó Lutnick.

Esta nueva ronda de conversaciones intenta prolongar la tregua lograda hace apenas un mes en Ginebra, que llevó a las dos potencias económicas más importantes del mundo a reducir considerablemente sus aranceles por 90 días: de esta forma, se bajaron las tasas estadounidenses sobre productos chinos del 145% al 30%, y las medidas de represalia chinas disminuyeron del 125% al 10%.
Las tierras raras de China son un punto clave en las negociaciones porque Estados Unidos necesita que se restablezca el ritmo de exportaciones de estos metales estratégicos (que se demoró luego de que el presidente Donald Trump comenzará una inesperada guerra comercial contra Pekín a inicios de abril).
“En Ginebra, aceptamos reducir nuestros aranceles y ellos permitir la exportación de imanes y tierras raras que necesitamos”, confesó Kevin Hassett, principal asesor económico del gobierno estadounidense, a la CNBC, para luego reconocer que “las exportaciones se han producido a un ritmo mucho menor del considerado óptimo por las empresas”.
Para dar mayor agilidad a este intercambio, China exige que Norteamérica considere volver menos estrictos varios controles que impuso para la exportación de sus productos. Consultado sobre esta posibilidad, Trump se limitó a decir: "Ya veremos".

Una guerra comercial sin tregua
Emily Benson, jefa de estrategias de Minerva Technology Futures, señaló a la agencia AFP que las dos potencias “han desarrollado casi un espejo de arsenales de armas comerciales y de inversiones que pueden usar uno contra el otro”.
Y luego remarcó que ambos países usarán las herramientas económicas para cambiar las estructuras de poder mundial en su beneficio, por lo que, concluyó, no sería razonable esperar que lleguen a un acuerdo tradicional de inversiones y comercio.
El encuentro de Londres se produjo tras una charla telefónica el jueves 5 de junio entre los presidentes de ambas potencias, que fue calificada de “muy positiva” por Trump, mientras que Xi Jinping se limitó a pedirle a su homólogo “cambiar el rumbo del gran barco de las relaciones chino-estadounidenses”.
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Esta conversación tuvo lugar luego que el mandatario norteamericano acusara a Pekín de no respetar el acuerdo que habían firmado en Ginebra.
Por su parte, mientras intenta normalizar sus relaciones con Washington, el gobierno chino comenzó a dialogar con Japón y Corea del Sur para hacer un frente común que les permita enfrentarse a los aranceles de Estados Unidos.
HM/ML